Crítica de “You’ll Never Find Me”, película de Indianna Bell y Josiah Allen: Alucinaciones australianas

Tras varios cortos, la dupla integrada por Allen y Bell debuta en el largometraje con esta valiosa incursión en el género de terror.

Por Heraldo Pastor

Para los aficionados al terror, esta es otra de las bienvenidas presentaciones de Shudder, plataforma de streaming especializada en el género que opera en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Después de algún tropezón, como “History of Evil” (2024), pudimos conocer un par de películas muy atendibles como “Stopmotion” (2023) y esta que nos ocupa ahora: “You’ll Never Find Me” (2023). Vaya un primer comentario para los títulos de estas producciones, que no son tan obvios como el de otras independientes que hemos visto últimamente. Es más, llegan los créditos finales y ese «nunca me encontrarás» permanece en el terreno de lo sugestivo. Otra cosa a destacar es que Shudder les da oportunidades a realizadores nuevos; en este caso, la dirección está a cargo de dos australianos, Josiah Allen e Indianna Bell (autora también del guion), quienes hasta ahora solo habían realizado cortometrajes, en algunos de los cuales ya habían trabajado juntos.

“You’ll Never Find Me” participa también de otra característica habitual en las presentaciones de la mencionada productora, distribuidora y streamer ligada al terror: hay algo de corto ampliado (Allen y Bell se deben haber sentido cómodos por su experiencia en el formato) o cuento filmado. Esto es, una trama simple (tanto que resumirla puede llevar al spoiler), sin muchas derivaciones, pocos personajes (en esta ocasión, dos casi exclusivos), locación limitada (el interior de una casa rodante) que lleva a una puesta próxima a lo teatral. Estos rasgos, bastante exacerbados aquí, propios de una producción modesta, independiente, requieren un espectador paciente, vaya la advertencia.

Lo que podemos contar sin relevar de más es que en el planteamiento tenemos a una joven que, en una noche de terrible tormenta, llama insistentemente a la puerta de la caravana donde vive Patrick. Le pide por favor que la deje entrar para refugiarse. A partir de esa escena simple, la narración se va a nutrir de la ambigüedad y, por supuesto, de nuestra experiencia como aficionados al género ¿Será una historia de violencia de género, de asesino serial, de cazador cazado, de supervivencia, de venganza? No es casual que, en otra escena, esta circunstancial pareja practique un juego de cartas llamado «Bulshit» (expresión que en inglés suele referirse a las patrañas, disparates, mentiras burdas, cagadas decimos en español), el equivalente de nuestro «Desconfío».

Desde el primer acto, el espectador es puesto en situación de estar atento a algo especial que puedan hacer o decir los personajes, y que revele sus intenciones. Frases como «la puerta está cerrada con llave» o «estarás aquí por un tiempo» pueden sonar como alarmas dentro del ritmo calmo del relato. Ambos personajes hablan pausado, casi susurrando. Como si pendiera una espada de Damocles en cualquieyr momento puede producirse un estallido que lleve a la narración en una dirección concreta, definida. “You’ll Never Find Me” transita por los lugares comunes del género, pero el relato de Bell y Allen aporta algunas sutilezas que hacen pensar en autores que saben lo que hacen y de quienes cabe esperar buenos trabajos próximos.

Apenas aparece en la puerta la visitante (así la denomina el guion, en el que Patrick es el único personaje con nombre propio), suena una música de toques sinfónicos (cuyo autor es Darren Lim) que pueden traer reminiscencias –salvando distancias– del Bernard Herrmann de las películas de Alfred Hitchcock. Como para sostener la asociación, el film tiene una escena de ducha, de las que siempre nos remitirán a “Psicosis” (1960), con «suciedad» yéndose por el sumidero junto con el agua. También dentro de la banda sonora, suena casi como leitmotiv una conocida canción romántica de los 50, «Sleep Walk», de Betsy Brye, que habla de soledad, sonambulismo y perturbación mental. De hecho, “You’ll Never Find Me” tiene algo de onirismo y alucinación propios del thriller psicológico. «And When you walk inside my door / I will sleep walk no more», decía la vocecilla de Brye: «y cuando atravieses mi puerta [como la visitante de la película], no volveré a caminar dormida».

Todo el diseño sonoro del film, no solo la música, es muy destacable. Permanentemente hay ruidos perturbadores que envuelven el ambiente, como si la casa rodante fuese un ser viviente o como si hubiera algo amenazante en el exterior, más allá de la lluvia y truenos. La casa se convierte de esa manera en un espacio simbólico, representación de los personajes. En esta línea, Patrick habla de la ausencia divina en el mundo. «Lo único que se le acerca –asegura– es esa vocecita en tu cabeza». No hay Dios. Lo más parecido es la voz de la conciencia.

No todo es perfecto, desde luego. Hay una escena de lucha que podría haber estado mejor montada, por ejemplo. Y tenemos ese ritmo lento inicial que es posible que complique el ingreso en la propuesta. De todos modos, se nota que los realizadores se sienten seguros (decididos, al menos) y por eso incorporan con éxito una humorada (cerca de los 50 minutos del total de 100) dentro de una atmósfera eminentemente tensa, oscura. Los actores, Jordan Cowan y Brendan Rock (quienes solo aparecieron hasta ahora en producciones modestas), ayudan a llevar a buen puerto esta meritoria propuesta.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar